Si el dominio de la técnica resulta fundamental para desarrollar completamente la voz, la musicalidad es totalmente indispensable para poder ser un buen intérprete. Sin esta condición la voz sirve de muy poco por que su principal finalidad es permitir al cantante poder interpretar la partitura, de acuerdo a las exigencias del autor.
Para desarrollar debidamente las condiciones musicales es necesario que el aspirante realice los estudios pertinentes, entre los que se encuentra el solfeo, cuyo dominio es muy importante. Sin embargo, el que no haya nacido con las cualidades necesarias, por mucho que se esfuerce en el estudio, no podrá llegar a ser un buen intérprete.
He conocido muchos aspirantes que poseían una gran preparación en cuanto a estudios musicales y, sin embargo, su canto carecía de musicalidad. En cambio existen otros que apenas son capaces de leer una partitura y, a pesar de esta carencia, cantan con una calidad musical verdaderamente sorprendente, porque se puede ser músico sin dominar el solfeo y, por el contrario, nunca llegar a ser un músico aunque se pase toda la vida estudiando. En cualquier tipo de materia el estudio sólo sirve para desarrollar las condiciones naturales. Por lo tanto el que este huérfano de talento no puede consagrarse al arte, ni sobresalir en ninguna otra materia.
La afinación y la cuadratura musical son reglas fundamentales para dedicarse al canto, aunque la musicalidad de un cantante no consiste solamente en poder interpretar una obra manteniendo el ritmo y la afinación correcta, sino que también son necesarios otros requisitos como el sentido melódico, el legato o la capacidad de matiz.
El maestro de canto tiene que ser honrado con el alumno y ponerle siempre al corriente, tanto de los aspectos positivos como negativos, mostrándole sus defectos y virtudes. Así el alumno puede ser realista respecto a sus posibilidades, porque dependiendo del caso, tanto el pesimismo como el exceso de optimismo pueden ser muy perjudiciales.
Al margen de la afinación, las condiciones rítmicas del alumno también son imprescindibles para poder ser un buen intérprete.
El sentido del ritmo no consiste en seguir la partitura, midiendo nota tras nota, sino en cantar con flexibilidad, pudiendo alargar o acortar el valor de la misma, sin perder nunca el compás, acelerándolo o retardándolo, según las exigencias de la obra.
Otra faceta importante en la línea musical de un intérprete es el legato, cuyo dominio resulta imposible de llevar a cabo si no existe una buena impostación vocal. Este depende del sonido, el cual debe resonar continuamente como un bajo continuo, un órgano, o una gaita de fuelle, vibrando en los resonadores correspondientes de manera homogénea y permanente sin verse alterado por el cambio de vocal, la articulación de la palabra, o la distancia del intervalo. Por lo tanto, sólo cuando existe una buena técnica vocal se podrán realizar los portamentos y matices necesarios, sin romper la homogeneidad sonora, que conforma una buena línea de canto.
La ausencia de este dominio lleva implícita la realización de un portamento arrastrado, carente de legato y, por consiguiente, de línea musical.
Algunos cantantes tratan de disfrazar este defecto anulando los portamentos. Este recurso suele ser bastante común en la escuela alemana, lo que, en ocasiones, genera un canto un tanto plano y monótono, salvo que su representación corra a cargo de grandes figuras.
La escuela italiana, en cambio, siempre ha dado muchos intérpretes que han realizado el portamento con una elegancia y un legato admirable.
El dominio de la técnica vocal es fundamental para poder realizar otras facetas musicales del canto como la coloratura.
Otra parte muy importante en la formación de un intérprete es el dominio de la media voz, requisito fundamental que enriquece el canto aportándole musicalidad y capacidad interpretativa. Es imposible expresar con realismo aquellas partes dulces de una obra sin usar la media voz.
Hasta hace varias décadas eran muchos los intérpretes que dominaban la media voz, en cambio ahora, si exceptuamos algunas voces femeninas, son muy pocos los que pueden hacerlo de manera correcta. El dominio de la media voces una de las facetas técnicas más difíciles de dominar, a la que otorgo mucha importancia en mis clases.
Cuando existe una perfecta impostación, mediante la cual los registros están bien equilibrados y la voz alcanza su total libertad, el intérprete podrá emitir desde el sonido más fuerte hasta el más débil sin ningún tipo de esfuerzo. Una vez conseguido este dominio sonoro en la parte fuerte, media y suave de la voz, se podrán filar los sonidos, pasando del medio fuerte llamado voz de pecho hasta el pianísimo de cabeza, realizando una disminución perfecta del sonido sin recurrir al falsete. De esta forma no percibirá ningún tipo de cambio en el mismo y la voz vibrará hasta en los pianos más débiles.
Sólo cuando se logra este importante dominio se puede aportar toda la riqueza de matices que requiere el arte del canto, con lo cual el intérprete tendrá todos los medios a su alcance para poder entregarse de lleno a la expresión.