La expresión es la faceta más importante de un intérprete y la que marca la gran diferencia.
Aunque no se trate de un tema técnico, el maestro de canto también es muy importante en este aspecto. Un buen profesor de canto puede potenciar al máximo las cualidades expresivas del alumno. Sin embargo, lo que no puede conseguir es convertirle en gran artista si no ha nacido con las facultades necesarias. El arte no se puede buscar donde no hay inspiración, donde no acude la magia, ni se puede ignorar cuando ese divino don llama a las puertas del alma. |
Para poder llegar al publico el aspirante tiene que sentir la música de una manera muy intensa y su maestro debe enseñarle la forma de comunicar su arte y no auto-emocionarse con el sentimiento que esta le provoca, como si cantase para sí mismo. Quien tiene que emocionarse es el receptor del mensaje, a través del poder que le transmite el artista, utilizando únicamente la expresión de su canto. Es como cuando tratamos de comunicar un fuerte sentimiento a la persona indicada, ya sea de amor o de odio, de tristeza o alegría. Si se logra transmitir con la pasión necesaria, dejándole que se manifieste con absoluto realismo, logrará despertar esos sentimientos en la otra persona… Lo mismo ocurre con el mensaje de un artista cuando consigue expresarlo con la fuerza adecuada.
La expresión vocal sirve para que un intérprete pueda comunicar su arte a través de una grabación discográfica o de la radio. Sin embargo, a la hora de cantar en directo o en grabaciones audio-visuales, esta debe de ir acompañada de la expresión corporal.
En estos casos el público no sólo se queda con las sensaciones auditivas, sino también con las que percibe visualmente. Por esa razón, en las clases de interpretación, el profesor de canto tiene que adiestrar al alumno para que su expresión vocal vaya acompañada de los gestos apropiados, hasta que estos surjan espontáneamente, expresando todo el arte de su canto de una manera totalmente natural. En este sentido los artistas líricos cuando actúan en un concierto no deben hacerlo como cuando interpretan una función de ópera, evitando gestos ostentosos como si de un cantante popular se tratase.
El efecto que puede causar un intérprete en el público está en función de su riqueza interior, del sentimiento que pueda experimentar con el canto, y de la forma de transmitirlo. Un intérprete frío, aunque posea una gran voz y una buena línea de canto, no puede llegar como lo hace un gran artista. Al igual, una persona introvertida y exenta de carisma, por mucho que se esmere, no puede comunicarse como lo hace el que posee estas dotes.
La emotividad expresiva tampoco se puede forzar, sino que debe surgir, de manera natural, a través de la magia que provoca esa maravillosa simbiosis de música y poesía.
Muchos cantantes realizan un enorme esfuerzo para intentar impresionar con sus interpretaciones, mediante ostentosos gestos y quiebros de voz, fingiendo la emoción hasta el borde del sollozo. De esta forma, cuanto más tratan de comunicar al público, mayor es el aburrimiento, porque toda esa energía queda absorbida por el propio intérprete, evitando que surja la auténtica magia. En cambio, los grandes artistas no necesitan hacer nada extraño para poder conectar, tan sólo dar rienda suelta a sus sentimientos dejándoles fluir con naturalidad.
En eso radica la expresión en el canto, en saber desposeerse de toda la riqueza, tanto sonora como sentimental y musical, regalándosela al publico. Este se lo premiará devolviéndole el noble y generoso sentimiento que dicta el corazón, cuando el alma se emociona con la mágica sensación que aporta el misterioso arte del canto, esa maravillosa mezcla entre lo divino y lo humano
Esa es la magia del arte y la razón por la que sólo los grandes artistas pasan a la posteridad, permaneciendo en el recuerdo. Los grandes virtuosos de la música aparecen miles en el tiempo, en cambio el auténtico artista surge en contadas ocasiones, ya que requiere un talento y una sensibilidad muy poco común. Esto hace que escaseen tanto los grandes artistas. Sobre todo en una sociedad tan materialista como la que nos toca vivir, en la que se estimula muy poco la expresión artística premiándose más la maldad que los grandes valores.
Todos los que tenemos la inmensa fortuna de sentir en nuestra alma la llamada del arte y abogamos por un sentimiento noble, no podemos dejarnos influir por estos negativos acontecimientos de la ”vida moderna”, debemos luchar en la medida de nuestras posibilidades para que esta patética situación toque pronto a su fin y el auténtico arte, al igual que todo aquello realmente beneficioso para los seres humanos, pueda resurgir con fuerza, imponiéndose a la basura.