Desde los inicios, mi extensión vocal, que superaba las tres octavas completas, me permitía cantar con facilidad, incluso en los tonos más extremos de la escala, alcanzado fácilmente el MIb sobreagudo. Esta condición hacia que muchos pensasen que no tenía ninguna dificultad para interpretar cualquier tipo de repertorio. Sin embargo, no era así porque me resultaba difícil emitir correctamente las notas que forman el pasaje de la voz, un gran problema que me costó mucho tiempo y esfuerzo poder resolver.
La virtud de una amplia extensión vocal, puede llevar implícita una importante dificultad para unir el registro central con el agudo, cuya separación supone un problema para abordar el gran repertorio operístico. En cambio algunas voces con las dos octavas o, incluso, con una extensión limitada pueden emitir con facilidad estas notas, lo que le permite afrontar la interpretación de muchas óperas, me refiero desde el punto de vista vocal, otra cosa muy diferente es la parte vocal e interpretativa del repertorio, condición tan importante como la vocal.
El inconveniente del pasaje vocal en los registros ha afectado a muchas de las grandes figuras de la lírica; especialmente a las que han presentado una voz muy extensa, como ha sido el caso de los ilustres tenores Julián Gayarre, Hipólito Lázaro, o Lauri-Volpi, entre otros. Estas grandes figuras, a pesar de coincidir en su tiempo con cualificados maestros, les supuso un gran esfuerzo poder superar dicho problema.
Un buen ejemplo es el destacado tenor Hipòlito Lazaro, que después de un largo estudio, ante la imposibilidad de encontrar el maestro que le pudiese ayudar a solventar dichas carencias y, dadas sus enormes facultades, se lanzó a la aventura profesionalcon su pesadilla a cuestas. Después de varios años de dura profesión, a través de la soprano mejicana Magana López, con la que compartía cartel, conoció a su salvador, el maestro Colli y no dudo en interrumpir su carrera para tomar las enseñanzas que le llevaron a la cima. |
En cuanto a Lauri Volpi, su problema fue mucho más serio, porque después de haber estudiado con el prestigioso maestro Antonio Cotogni, profesor en la academia de Santa Cecilia, de la que surgieron grandes voces como la de Benianino Gigli, y de haber iniciado una fulgurante carrera interpretando más de cien representaciones de la inhumana ópera de Rossini Guillermo Tell, sufrió problemas vocales tan graves, que le obligaron a tener que dejar los escenarios por un periodo de varios años.
Este grave contratiempo fue superado gracias a la ayuda de su esposa, la destacada soprano valenciana María Ros, heredera de la gran escuela de García. Sus conocimientos le permitieron recuperar las prodigiosas facultades vocales de su marido, aportándole un excepcional dominio técnico, gracias al cual Lauri Volpi pudo desarrollar una de las carreras más brillantes y longevas, interpretando un amplio y comprometido repertorio. Esta rica experiencia le permitió poder ayudar a otros artistas como el destacado tenor Franco Corelli, que en sus comienzos también padeció dicho problema.
En aquel tiempo que comprende la primera mitad del siglo XX, aun era una época brillante para la enseñanza del canto. Sin embargo, estos grandes divos tuvieron grandes problemas para poder vencer los inconvenientes de los pasajes. Teniendo en cuenta el posterior rumbo que ha ido tomando la enseñanza de la técnica vocal, es fácil imaginar las vicisitudes que he tenido que sufrir para poder alcanzar mi dominio técnico. Lo peor son muchas aspirantes con grandes cualidades que no han podido encontrar el guía adecuado para poder ponerlas en practica.
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A lo largo de mi carrera como profesor de canto he tenido ocasión de recuperar voces extraordinarias que no habían podido alcanzar la cima debido a sus grandes dificultades con el pasaje de la voz. Muchos de estos intérpretes poseían un talento y unas condiciones musicales excepcionales y, sin embargo, habían malogrado sus voces estudiando con maestros que no supieron resolver dicho problema. Algunos de estos maestros, en cambio habían logrado sacar ciertas voces con una emisión natural que les permitió poder sobrevivir a las limitaciones de su guía, superando lo que para otros supone un problema imposible de resolver.
Muchas personalidades del panorama lírico, así como las figuras de generaciones anteriores, están de acuerdo en que la grave crisis vocal por la que actualmente atraviesa el canto y, en especial la ópera, al margen de las nefastas políticas llevadas a cabo por partes de muchos teatros y de los políticos, viene dada por la escasez de grandes maestros.
Estas opiniones pueden resultar un tanto exageradas, pues aún tienen que existir buenos maestros, aunque quizás no los suficientes. Sin embargo, algo tiene que estar sucediendo para que no surjan figuras con la capacidad de las de antaño. Si tenemos en cuenta los enormes avances que la humanidad ha experimentado, lo lógico seria que las voces actuales fuesen muy superiores a las de la primera mitad del siglo XX. Si llegasen a alcanzar un dominio técnico tan grande como el que éstas han conseguido puede que sus voces fuesen muy superiores, pero la mayoría de los ejemplos que tenemos nos revelan todo lo contrario.