A diferencia de otros instrumentos, la voz es tan personal e intransferible que, salvo una clonación, nunca podrán existir dos iguales, porque forma parte de nuestro cuerpo, de nuestro espíritu, de nuestra psicología. Por lo tanto, es tan sensible que cualquier alteración física, o síquica, se ve reflejada en ella, repercutiendo en su rendimiento.
Por esta razón, para ser un buen intérprete, no sólo basta poseer facultades y talento, también resulta indispensable mantener un buen estado, tanto físico como psíquico, así como un perfecto dominio de la técnica. Si no se siguen estas pautas, lo más lógico es que la voz se estropee y, si esto ocurre, no existe recambio como sucede con otros instrumentos.
Sus dificultades técnicas también son mucho mayores, porque es el único instrumento que no se ve, ni se toca, ni se oye, por tanto el sonido que percibimos cuando hablamos o cantamos, es diferente al real. Este hecho se puede constatar cuando nos escuchamos por primera vez en una grabación, en la que nos cuesta reconocernos. Por esa razón, el control técnico de la misma se tiene que realizar a través de sensaciones que, en un principio, son totalmente opuestas a las que estamos acostumbrados a sentir mediante nuestras propias referencias sonoras.
Sin esta gran dificultad el estudio del canto sería mucho más sencillo, porque el alumno podría captar la realidad de su voz, valorando debidamente la calidad del maestro, lo que evitaría que se malograsen tantas voces. Al no ser así, la única referencia orientativa con la que cuenta el estudiante, cuando está bien dirigido, es la gran sensación de poder y facilidad vocal que va experimentando a medida que desarrolla sus estudios. El mayor problema es para aquellos aspirantes que están acostumbrados a cantar empleando malas técnicas, porque para captar dicha sensación, por lo general, necesitan realizar un concienzudo trabajo de adaptación que les permita eliminar los malos hábitos vocales.
En la mayoría de casos, esto supone un periodo de entrega que no todos están dispuestos a seguir, algunos pretenden percibir la sensación de un gran sonido desde el inicio del estudio, con lo cual, no es extraño que se equivoquen en la elección de su maestro.
En un principio, los estudiantes, suelen juzgar la calidad de un maestro por la de los alumnos que en teoría ha sacado. Este barómetro puede resultar acertado, pero también es cierto que no siempre hace justicia a la calidad del profesor, ya que existen intérpretes dotados de un gran talento musical y una extraordinaria facilidad para la emisión de la voz, gracias a lo cual han alcanzado el estrellato a pesar de la mala orientación de su maestro. Sin embargo, este mismo alumno, con un adecuado maestro, podría haber desarrollado una mayor capacidad. Por el contrario, un gran maestro de canto puede perder parte del prestigio, debido a las escasas facultades del alumno. Aunque, por lo general, el tiempo termina poniendo las cosas en su sitio.
También existen aspirantes que se atreven a enjuiciar la calidad de un maestro de canto, incluso detallando su capacidad técnica, tan sólo con una primera toma de contacto, sin esperar que ponga en práctica su método. No tienen en cuenta que, al menos en mi caso, la primera entrevista es para juzgar el estado del aspirante y no otra cosa.
La base para ser un buen profesor no consiste solamente en acumular una gran experiencia como intérprete, ni tampoco unos enormes conocimientos teóricos que, siendo muy importantes, no resultan suficientes. Por lo tanto, la profesión de maestro de canto no se debe planificar de antemano por el hecho de poseer una sólida preparación o una gran experiencia como interprete, ya que el maestro tiene que nacer con ese don de oído, intuición, sensibilidad y talento. De lo contrario toda la preparación teórica sirve de muy poco.
Por todas estas razones, los aspirantes afortunados que logren encontrar un buen profesor, tendrán la oportunidad de vencer estas grandes dificultades que conlleva el estudio del canto, en comparación con otros instrumentos, desarrollando una voz resistente y poderosa que les permita poder rendir todo su arte. En cambio sin esta gran ayuda resulta muy difícil alcanzar por completo esta meta.